Las palabras no son conjuros. Sirven para nombrar la tristeza, pero no la curan. Puedo sentarme a narrar cómo algo o alguien está roto, pero contarlo no lo arregla. Sin embargo, escribirlo es reconocer que el daño existe. Entonces, aunque no es un hechizo, me gusta pensar que algo de magia guarda.
Esto es, que intentaba encontrar la palabra exacta para tirar de ella como un hilo y descoserlo todo. Igual que cuando era niña y desatornillé un radio para liberar a los mini músicos que imaginaba atrapados dentro, tocando todas las canciones.
Deseaba
regresar
al
centro,
desdoblar mis pasos hasta determinar cuál fue el punto de no retorno, como el día que preferí quedarme sin música a seguir bailando en la ignorancia o cuando decidí que era peor quedarme para siempre a irme sin poder regresar jamás.
¿Cuál duele más, la picadura del insecto o el veneno?
Si alguna vez te has quemado la piel sabrás lo que digo, que aunque hayas sacado la mano del fuego todavía sientes que arde. Supongo que hay momentos en la vida que son como un incendio y la única forma de ponernos a salvo es dejar que todo se convierta en cenizas.
Alguien me explicó que a nuestro niño interior hay que cuidarlo, que me hablara a mí misma como cuando era pequeña, utilizando incluso el apodo que me decían. Entonces me digo algo como “Gusanita, soy una adulta ahora y soy capaz de cuidar de ti.” Y me siento tan ridícula diciéndomelo, pero lo hago de todas formas. Creo que me aligera un poco el pasado, ese que no disfruto ver ni en fotos y que nunca me ha generado ningún tipo de nostalgia.
¿Qué es peor, morir envenenado o vivir con los efectos secundarios del antídoto?
Es algo así como el veterano de guerra que sigue con miedo a que estalle una bomba, aun cuando hace rato que está seguro y en casa. Dicen que es mejor un final espantoso que un espanto sin fin, pero a veces cuesta acostumbrarse a que hayan flores en lugar de discusiones en el centro de la mesa.
Me pregunto si alguien también les habrá hablado de su niño interior a los antiguos soldados, si acaso solo los que vuelven de una batalla viven temerosos de que explote lo peor, incluso cuando están a salvo, pese a que todas las coordenadas sean puntos de no retorno y ya cuando todo, por fin, está en paz.
«¿Cuál duele más, la picadura del insecto o el veneno?»
(<3)
– Hecho de menos que escribas más a menudo…
Tw.
Yo, a veces, también.
(pero escribir es reconocer que el daño existe)
Tw+
Como siempre, feliz de leerte.
Como te dije ayer, sentí que te leía a ti pero también me leía a mí.
Definitely going to try that Journaling thingy.
Y yo feliz de que me leas, y de que te leas en mí. ❤️