“When I am with you, there is nowhere else I’d rather be.
And I am a person who always wants to be somewhere else.”
Sin importar qué tan feliz me encuentre, conservo la certeza de que lo mejor todavía está por llegar. Para mí, el pasto siempre es más verde al otro lado y el paraíso está constantemente a un paso de distancia, eternamente deslizándose bajo las yemas de mis dedos. Entonces permanezco en movimiento, sin descanso, intentando acercarme a algún lado por el placer de alejarme de donde estoy.
No recuerdo cuándo fue la última vez que estuve en un sitio del cual no quisiera irme. Deseo ir a todas partes, sin quedarme en ninguna. Me encantaría encontrar un lugar al que pueda llamar mio, pero cuando me hablan de quedarme para siempre, la palabra «siempre» se me hace tan inmensa que siento que no cabemos las dos.
Entonces emprendo la huida, y de tanto buscar me olvidé de lo que busco, y me pregunto cuántas malditas veces tendré que perderme para poder, finalmente, encontrarme. Me temo que esta enfermedad no tiene cura: dicen que quien no es feliz en donde está, no podrá ser feliz adonde vaya ¿Qué tal si a lo mejor sucede que no pertenezco a ningún lado?
(¿Sabes? Una vez pensé haber encontrado mi hogar en su mirada… pero me aterrorizó la idea de dejar de existir cuando él cerrara los ojos. No puedes convertir a una persona en tu casa, me dije hasta creérmelo.)
Se me hace difícil evitar cuestionarme si acaso estas alas con las que me creo tan libre están realmente atándome al cielo.
Sé que suena triste, pero no lo es.
Tan solo a veces.
"no quiero que mi amor sea hiedra, quiero que sea COMETA"
exacto 🙂