to love what is mortal,
to hold it against your bones knowing your own life depends on it;
and when the time comes to let it go, to let it go.
—Mary Oliver
De todas las expresiones sevillanas, miarma es mi favorita. Y de todas las personas que me llamaban «miarma», Isabel era mi favorita. Porque cuando ella me llamaba así lo sentía genuino, como que no lo decía por decir, sino porque algo de cariño me tenía.
Mi alma, mi-arma, miarma. El martes me enteré de que nunca más la escucharé llamarme así.
La muerte se parece bastante al silencio.
La última vez que la vi me aseguró que volvería a Sevilla y le creí. Desde entonces siempre que imaginaba mi regreso pensaba que iría a visitarla. Lo daba por sentado como si se tratase de la Giralda o de la Plaza de España y no de un ser humano envuelto en la fragilidad que nuestra condición de mortales conlleva.
Estaba esperando a que se recuperase para enviarle un pedazo del Caribe en una caja llena de chucherías y recuerdos de mi isla. Uno siempre cree que tendrá tiempo, uno siempre se equivoca.
Gran parte de la magia que me regaló esa ciudad se la debo a ella porque se la debo a él. Sin embargo, más allá de ser quien traería al mundo a ese niño que luego se convertiría en el hombre al que tanto he querido, fue una de esas personas que me abrió las puertas de su casa cuando estuve lejos de la mía, que le bastó saber que la lasaña era mi plato favorito para incluirla con mayor frecuencia en el menú y quien me conmovió con su corazón tan fuerte y dulce como un caramelo de menta.
«El invierno se lleva a mucha gente», me dijeron una vez. Pero existen cosas que el invierno jamás se podrá llevar. Hay gente que cuando se va, se deja por todos lados. La muerte no se parece en nada al olvido. Cuando regrese a Sevilla, Isabel estará allí, como está aquí en Santo Domingo y en todos los rincones donde habita alguien que la quiere. Donde habita alguien que siempre la va a extrañar.
Mientras la recuerdes no se ira del todo. La memoria es la forma mas facil de vida. Un abrazo.
Tienes razón, no sólo se vive en el plano material. Hay otras formas de existir y sin lugar a dudas el recuerdo es una de ellas.
Gracias, Anna. Otro abrazo pa' ti.
Precioso homenaje. Es palpable la huella que dejó en ti. Considero que se puede medir la bondad de las personas por cómo hablan de ti. Isabel, sin lugar a dudas, vivirá para siempre.
Un abrazo.
Muchas gracias, María. A mí también me parece que ese es un excelente medidor de bondad. Decía Maya Angelou que la gente podrá olvidar lo que hiciste, podrá olvidar lo que dijiste, pero jamás olvidará cómo les hiciste sentir.
Besitos :*