Olvidar.
Esa utopía.
Esa tarea fastidiosa de espantar recuerdos. Evitar lugares, personas, canciones… como si fuesen un conjuro para invocar fantasmas. Lo terrible de intentar olvidar es que cuanto más te esfuerces, menos lo consigues. Lo peor de aprender a olvidar es que te das cuenta que no existen manuales ni métodos para hacerlo. Es reconocer que no siempre un clavo saca otro clavo. Que es verdad que el tiempo sana todas las heridas, pero nadie sabe cuánto tiempo es el necesario. Y algunas veces suele ser mucho, mucho tiempo. Olvidar es aceptar que el otro está feliz y tú estás jodido. Es despertarte y encontrar que ese sueño tan sólo fue un sueño, y la realidad te sigue sacando la lengua.
Olvidar es entender que todas esas canciones de dame otro tequila y estoy mejor sin ti son el real disparate. Que Adele la pasó bien feo y es la única cantante que de verdad te entiende. Es conocer la fuerza liberadora que encierra la frase «¡vete a la mierda!» (a menos que el mandado a la mierda sea uno).
Olvidar es aceptar que no eres intocable, que no te las sabes todas, que no eres tan diferente del más blandengue de tu barrio. Y ¿aquello que jurabas que ya estaba resuelto? Tendrás que resolverlo otra vez. Y otra vez. Y quizás otra vez más. Porque olvidar es darse cuenta de que el perdón necesita renovación de contrato. Que por más cristiano que uno sea, no le llega ni a los talones a Jesucristo. Que si te la jurungas mucho, segurito que te vuelve a sangrar la herida.
Olvidar se resume a asimilar que existen personas, situaciones y pequeñas alegrías que sólo llegan para transformarte en quien debes ser. No llegan para quedarse, sino para que aprendas a dejarlas ir. Olvidar es entender que algunas cosas son inexplicables, y si logras explicarlas resultan incomprensibles.
Lo bueno de olvidar es que sólo tienes que continuar con tu vida, y eventualmente lo que no quieres recordar se desvanece. Él o ella se desvanece. Todo termina desvaneciéndose.
Lo mejor de olvidar es que cuando al fin lo consigues, te sientes invencible. Lo peor de olvidar es que cuando al fin crees que lo consigues, el otro te dice que todavía te ama.
Y, vaya mierda, entiendes que nunca olvidaste nada.
Entonces vuelves a olvidar.
OK! Formalmente me caso con este post! Se me trabo la garganta, tuve que leerlo dos veces, la segunda en voz alta! Ok, nuevamente: TE AMO NADIA ALEJANDRA! Que maldito post!! Me pase?? Sorry!
Que gran verdad! 🙂
Me encanto tu blog
Te sigo vale? Te dejo el mio por si quieres pasarte
http://www.blamelesswords.blogspot.com/
Loca me encantó… como anillo al dedo en este momento…. De vdd q si… historia d nunca acabar…
Gracias a todas 🙂 besitooos!!